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Primero están los "Críticos", esos que tras darle un trago a su bebida te miran como si hubieras intentado recrear la Última Cena en un vaso. "Esto necesita más amor (cantidad de bebida espirituosa que a ellos les salga de los cojones)", dicen... Más amor necesitas tú sin pagar, cabroneras.

Luego, tenemos a los "Musicólogos" que creen que sus intereses nos importan una mierda. "¿Puedes poner algo bueno?", sugieren, como si el resto del bar no tuviese ni puta idea de música antes de su llegada. Y claro, su definición de "algo bueno" suele ser algo que oscila entre "cagarro" y "mojón".

No podemos olvidarnos de los filósofos de barra, esos que tras un par de copas desentrañan los misterios del universo y la vida, los Punset del Carajillo. "Te digo, la clave de la vida es... es...", concluyen, dejando al mundo sin la solución a sus más grandes enigmas pero con una buena excusa para seguir dando la tabarra.

Otro habitual son los Ancelotti de pelotazo y birrilla, los números uno como entrenadores de fútbol, con ellos el Real Madrid hubiese ganado 28 copas de Europa y la selección 5 mundiales al menos, los Bill Gats del balompié.

Por supuesto, está el clásico rompecorazones, aquel que te confiesa su amor eterno (a ti o a quien sea que esté sentado a su lado) cada noche. "Es que nadie entiende nuestro amor", exclaman, en un dramático monólogo que haría palidecer a Shakespeare o ruborizar a la Isla de las Tentaciones según suba el tono del monólogo.

Y cómo dejar de lado a los "Clientes Ninja", esos que cuando llega la hora de pagar la cuenta realizan su acto de desaparición más impresionante. "¿Quién? ¿Yo? Pero si he estado en el baño todo este tiempo", argumentan, con la esperanza de que sus bebidas hayan aprendido también el arte de la desaparición.

Cerrando la nómina de elementos, y en la cumbre, están los "Todólogos", que hables de neurociencia, física cuántica, teoría de cuerdas o crochet, saben algo sobre el tema y nos deleitan con sus conocimientos.

Poco ganan esos héroes anónimos que aguantan, cual Puching Ball, las idas y venidas emocionales de todo el que entra por la puerta de su local.

¡Bares, que lugares!